La mayoría de las personas creen que entrarán a la Gloria porque se ven como buenas personas quienes nunca han hecho algo “terriblemente” malo, como por ejemplo, matar a alguien.
En mi caso, ya que era una enfermera graduada trabajando en una clínica de abortos, era responsable en asistir en cientos de abortos. Había personalmente convencido muchas niñas y mujeres en hacerse un aborto ya que esta era su mejor alternativa. Así que era directamente responsable por causar que estas mujeres abortaran sus bebés. No cabe duda que era UN COMPLICE AL ASESINATO. Por si acaso piensa que el aborto no es igual que cometer un asesinato, que el feto no es un bebé, por favor continúe leyendo. Yo pensaba de la misma manera y creía todo lo que se me había dicho. Pero les puedo decir que he visto con mis propios ojos la verdad respecto al aborto.
Me crié en un hogar conservador, de clase media con mis dos padres. Mi mamá me llevaba a la Iglesia Católica Romana para ser instruida en cosas espirituales. Pero en mi casa nunca se mencionó el nombre de Dios. Dios no era alguien real para mi. No consideraba lo que era bueno o malo desde la perspectiva de Dios, sino que fui influenciada con los ideales de mis padres y con las ideas evolucionistas e humanistas, las cuales aprendí en la universidad.
Creí la mentira de que el propósito por mi existencia era solo para vivir mi vida al máximo. El énfasis era en la gratificación propia. Creía que no había límites ni barreras. Hacía todo lo que me complacía. Esto me condujo a experimentar en varias cosas, como las drogas, el alcohol, el hipnotismo, la inmoralidad, y así por el estilo. Con todo y esto, nadie me reprendió, sino, por el contrario, todos me consideraban como una “buena” muchacha dentro las circunstancias del día.
Aspiré ser una enfermera con especialidad en ginecología. Cuando me gradué, fui a trabajar con el departamento de salud en la ciudad de Atlantic City en Nueva Jersey. Mi trabajo fue mayormente con mujeres, aunque también trabajé con enfermedades venéreas. Estos mayormente consistía de homosexuales y transexuales. Debido a mi educación, aprobaba, aceptaba y fomentaba estos estilos de vida. Pensaba que cada persona tenía el derecho de satisfacer sus apetitos sexuales de acuerdo a su manera. Eso fue lo que se me enseño como “verdad.”
Necesitando un poco mas de dinero, acepté un trabajo como una enfermera en una clínica de abortos. Este tipo de trabajo no era ofensivo para mi ya que se me había enseñado, y también creía, que podemos hacer lo que nos plazca con nuestros cuerpos. El aborto era simplemente una extensión de esta filosofía. Me envolví en todas las áreas de la clínica. Cuando examinaba las niñas y mujeres, les calmaba sus preocupaciones asegurándoles que estaban tomando la decisión correcta. Después del aborto, en la sala de recuperación, cuando se me preguntaba si fue un niño o niña, siempre les respondía de la misma manera: no era ninguna de la dos, solamente una masa de tejidos. Fue en este punto de mi vida cuando Dios intervino, captando mi atención para enseñarme ciertas verdades. Lo que transcurrió después fue algo extraño, porque me pusieron a trabajar en un área restringida de la clínica. Un día, Dios me permitió ver, las partes de un bebé apenas 14-16 semanas, distribuidas sobre la mesa del patólogo.
Por primera vez en mi vida entendí que el aborto era quitarle la vida a un bebé, y no era una masa de tejidos como había creído antes. Comprendí que había sido cómplice al asesinato de cientos de bebé. ¡ERA CULPABLE DE ASESINATO!
Este fue el momento crucial de mi vida. Lo que había aceptado como “verdad” se estaba derrumbando. Había sido engañada todos estos años y ahora me sentía devastada. Comprendí que nuestra sociedad me había MENTIDO todos estos años. A la edad de 25 años concluí que los placeres de la vida, el dinero, el buen salario, prestigiosos trabajos no satisfacen el vacío que tenemos por dentro. Todo eso solo dejan sus cicatrices en nuestras vidas.
Dejé el trabajo de la clínica. Comencé a ir a la iglesia y a estudiar la Biblia. Dios ahora estaba enseñándome en qué consiste “la verdad.” La Biblia habla del aborto, de la homosexualidad, de la inmoralidad sexual, de diferentes estilos de vida. Encontré que la Biblia tenía las contestaciones a TODOS los problemas de la vida. La Biblia también nos deja saber el propósito de nuestra existencia y el plan que Dios tiene para cada una de nuestras vidas.
De suma importancia fue el hecho que Dios me reveló su plan de perdón y salvación para personas tales como yo que había estado envuelta con el aborto, y por lo tanto era culpable de asesinato. Ahora tenía la oportunidad de ser perdonada y de pasar toda una eternidad con Dios en la Gloria.
Tal vez usted también ha trabajado en una clínica de abortos, o tal vez, haya tenido un aborto. ¿Has aconsejado a alguien a que se someta a un aborto, o has acompañado a una persona a la clínica de abortos? ¿Apoyaste la decisión de alguien abortar su bebé dándole dinero para pagar por tal operación?
Si has estado envuelto en cualquier manera, tienes que verse de la misma manera que Dios le ve – culpable de pecado, específicamente de asesinato, y en necesidad de ser perdonado con el perdón que solo nuestro Señor Jesucristo puede dar. Es posible que su problema no sea el aborto o el asesinato. ¿Qué piensas? ¿Heredarás el reino de Dios? ¿A caso son los asesinos los únicos que aterrizarán en el Infierno? La Biblia claramente proclama que NO. Dios dice que todos nosotros daremos cuentas de sí mismo cuando muramos. Todos vamos a ser juzgado por Jesucristo. En Hebreos 9:27, la Biblia dice, “Y de la manera que está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio.” Si muriese ahora mismo, ¿Cómo le juzgaría Dios? La base del juicio de Dios son los Diez Mandamientos, los cuales se encuentran en el libro de Éxodo capítulo 20. Léalos y examínese a sí mismo.
#1 – ¿Has deseado o querido algo más que lo que has querido a Dios? Por ejemplo, una casa, dinero, trabajo, relación, esposa, hijos.
#2 – ¿Has inclinado su persona ante estatuas, o puesto su fe o cariño en alguien o algo que no sea Dios?
#3 – ¿Has maldecido tan siquiera una vez en su vida?
#4 – ¿Has faltado al culto del domingo en la iglesia tan solo una vez en su vida?
#5 – ¿Has deshonrado a sus padres, ya sea en palabras o hechos?
#6 – ¿Has odiado a alguien en su vida? ¿Has estado envuelto con el aborto?
#7 – ¿Has escuchado un chiste grosero? ¿Has codiciado en su corazón? ¿Has tenido un amante?
#8 – ¿Has hurtado alguna cosa que no era suya?
#9 – ¿Has mentido o defraudado a alguien, ya sea intencional o no?
#10 – ¿Has deseado algo que otros tienen?
Si has contestado en el afirmativo tan siquiera UNA sola vez, la Biblia dice que eres culpable de haber cometido todos los pecados, y por lo tanto, como has pecado contra Dios, su destino es el Infierno. En el libro de Santiago 2:10, la Biblia dice, “porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos.” Tal vez piense que esto es bastante difícil de aceptar. Tal vez se ha criado con la enseñanza que si uno ha vivido una vida buena, si ha ayudado al prójimo, si ha ido a la iglesia no tiene de qué preocuparse, ya que no aterrizará en el Infierno. La palabra de Dios es clara. Con tan siquiera UN solo pecado estamos condenados al Infierno. El tipo de pecado es insignificante para con Dios. Por lo tanto, necesitas el perdón que Dios ofrece por medio del Señor Jesucristo. El perdón de Dios se le ofrece a todos: al asesino como al mentiroso, al pobre como al rico. Dios trata a todos iguales. Dios ofrece su perdón y vida eterna a todas sus criaturas.
Cuando contestó las preguntas anteriores, ¿se vio de la misma manera que Dios le ve? ¿Tienes el deseo de dejar su camino pecaminoso, de ser perdonado y aceptado por Dios? ¿Deseas la promesa de vida eterna y vivir para siempre en la Gloria? No puedes limpiar sus pecados por sigo mismo. No puedes heredar la Gloria debido a la membresía en su iglesia, ni porque ha sido bautizado. Tampoco puede heredar la Gloria debido a la cantidad de dinero que da a la iglesia, ni porque es miembro del coro, ni porque lee la Biblia, ni porque se memoriza versículos o enseña en la escuela dominical.
Es cierto que Dios ofrece la vida eterna a todos. Pero uno no puede ganársela. Es un don de Dios. En el libro de Romanos 6:23, la Biblia dice, “porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
El 30 de septiembre del 1994 recibí el DON de Dios, y Su perdón fue una realidad para mi. Por primera vez en mi vida supe que mis pecados fueron perdonados, y que cuando muriese, iría a pasar una eternidad con Jesucristo en la Gloria.
Cualquiera que muera antes de sus pecados ser perdonados terminarán en el infierno por toda una eternidad. No habrá otra oportunidad. Cuando este cuerpo muere, nuestro destino está sellado. El DON de Dios no estará disponible para usted. O pagas por sus propios pecados en el Infierno, o aceptas el pago que Dios hizo por sus pecados en la persona de Jesucristo y el derramamiento de Su sangre.
Le pido, por favor, que considere lo que he escrito. Dios no desea que nadie perezca en el Infierno. No es ningún accidente que hayas leído este testamento. Dios desea llamarle la atención de la misma manera que me llamó la atención muchos años atrás. No deje un día pasar sin considerar su condición espiritual y la eternidad que le espera.
En mi caso, ya que era una enfermera graduada trabajando en una clínica de abortos, era responsable en asistir en cientos de abortos. Había personalmente convencido muchas niñas y mujeres en hacerse un aborto ya que esta era su mejor alternativa. Así que era directamente responsable por causar que estas mujeres abortaran sus bebés. No cabe duda que era UN COMPLICE AL ASESINATO. Por si acaso piensa que el aborto no es igual que cometer un asesinato, que el feto no es un bebé, por favor continúe leyendo. Yo pensaba de la misma manera y creía todo lo que se me había dicho. Pero les puedo decir que he visto con mis propios ojos la verdad respecto al aborto.
Me crié en un hogar conservador, de clase media con mis dos padres. Mi mamá me llevaba a la Iglesia Católica Romana para ser instruida en cosas espirituales. Pero en mi casa nunca se mencionó el nombre de Dios. Dios no era alguien real para mi. No consideraba lo que era bueno o malo desde la perspectiva de Dios, sino que fui influenciada con los ideales de mis padres y con las ideas evolucionistas e humanistas, las cuales aprendí en la universidad.
Creí la mentira de que el propósito por mi existencia era solo para vivir mi vida al máximo. El énfasis era en la gratificación propia. Creía que no había límites ni barreras. Hacía todo lo que me complacía. Esto me condujo a experimentar en varias cosas, como las drogas, el alcohol, el hipnotismo, la inmoralidad, y así por el estilo. Con todo y esto, nadie me reprendió, sino, por el contrario, todos me consideraban como una “buena” muchacha dentro las circunstancias del día.
Aspiré ser una enfermera con especialidad en ginecología. Cuando me gradué, fui a trabajar con el departamento de salud en la ciudad de Atlantic City en Nueva Jersey. Mi trabajo fue mayormente con mujeres, aunque también trabajé con enfermedades venéreas. Estos mayormente consistía de homosexuales y transexuales. Debido a mi educación, aprobaba, aceptaba y fomentaba estos estilos de vida. Pensaba que cada persona tenía el derecho de satisfacer sus apetitos sexuales de acuerdo a su manera. Eso fue lo que se me enseño como “verdad.”
Necesitando un poco mas de dinero, acepté un trabajo como una enfermera en una clínica de abortos. Este tipo de trabajo no era ofensivo para mi ya que se me había enseñado, y también creía, que podemos hacer lo que nos plazca con nuestros cuerpos. El aborto era simplemente una extensión de esta filosofía. Me envolví en todas las áreas de la clínica. Cuando examinaba las niñas y mujeres, les calmaba sus preocupaciones asegurándoles que estaban tomando la decisión correcta. Después del aborto, en la sala de recuperación, cuando se me preguntaba si fue un niño o niña, siempre les respondía de la misma manera: no era ninguna de la dos, solamente una masa de tejidos. Fue en este punto de mi vida cuando Dios intervino, captando mi atención para enseñarme ciertas verdades. Lo que transcurrió después fue algo extraño, porque me pusieron a trabajar en un área restringida de la clínica. Un día, Dios me permitió ver, las partes de un bebé apenas 14-16 semanas, distribuidas sobre la mesa del patólogo.
Por primera vez en mi vida entendí que el aborto era quitarle la vida a un bebé, y no era una masa de tejidos como había creído antes. Comprendí que había sido cómplice al asesinato de cientos de bebé. ¡ERA CULPABLE DE ASESINATO!
Este fue el momento crucial de mi vida. Lo que había aceptado como “verdad” se estaba derrumbando. Había sido engañada todos estos años y ahora me sentía devastada. Comprendí que nuestra sociedad me había MENTIDO todos estos años. A la edad de 25 años concluí que los placeres de la vida, el dinero, el buen salario, prestigiosos trabajos no satisfacen el vacío que tenemos por dentro. Todo eso solo dejan sus cicatrices en nuestras vidas.
Dejé el trabajo de la clínica. Comencé a ir a la iglesia y a estudiar la Biblia. Dios ahora estaba enseñándome en qué consiste “la verdad.” La Biblia habla del aborto, de la homosexualidad, de la inmoralidad sexual, de diferentes estilos de vida. Encontré que la Biblia tenía las contestaciones a TODOS los problemas de la vida. La Biblia también nos deja saber el propósito de nuestra existencia y el plan que Dios tiene para cada una de nuestras vidas.
De suma importancia fue el hecho que Dios me reveló su plan de perdón y salvación para personas tales como yo que había estado envuelta con el aborto, y por lo tanto era culpable de asesinato. Ahora tenía la oportunidad de ser perdonada y de pasar toda una eternidad con Dios en la Gloria.
Tal vez usted también ha trabajado en una clínica de abortos, o tal vez, haya tenido un aborto. ¿Has aconsejado a alguien a que se someta a un aborto, o has acompañado a una persona a la clínica de abortos? ¿Apoyaste la decisión de alguien abortar su bebé dándole dinero para pagar por tal operación?
Si has estado envuelto en cualquier manera, tienes que verse de la misma manera que Dios le ve – culpable de pecado, específicamente de asesinato, y en necesidad de ser perdonado con el perdón que solo nuestro Señor Jesucristo puede dar. Es posible que su problema no sea el aborto o el asesinato. ¿Qué piensas? ¿Heredarás el reino de Dios? ¿A caso son los asesinos los únicos que aterrizarán en el Infierno? La Biblia claramente proclama que NO. Dios dice que todos nosotros daremos cuentas de sí mismo cuando muramos. Todos vamos a ser juzgado por Jesucristo. En Hebreos 9:27, la Biblia dice, “Y de la manera que está establecido a los hombres que mueran una vez, y después el juicio.” Si muriese ahora mismo, ¿Cómo le juzgaría Dios? La base del juicio de Dios son los Diez Mandamientos, los cuales se encuentran en el libro de Éxodo capítulo 20. Léalos y examínese a sí mismo.
#1 – ¿Has deseado o querido algo más que lo que has querido a Dios? Por ejemplo, una casa, dinero, trabajo, relación, esposa, hijos.
#2 – ¿Has inclinado su persona ante estatuas, o puesto su fe o cariño en alguien o algo que no sea Dios?
#3 – ¿Has maldecido tan siquiera una vez en su vida?
#4 – ¿Has faltado al culto del domingo en la iglesia tan solo una vez en su vida?
#5 – ¿Has deshonrado a sus padres, ya sea en palabras o hechos?
#6 – ¿Has odiado a alguien en su vida? ¿Has estado envuelto con el aborto?
#7 – ¿Has escuchado un chiste grosero? ¿Has codiciado en su corazón? ¿Has tenido un amante?
#8 – ¿Has hurtado alguna cosa que no era suya?
#9 – ¿Has mentido o defraudado a alguien, ya sea intencional o no?
#10 – ¿Has deseado algo que otros tienen?
Si has contestado en el afirmativo tan siquiera UNA sola vez, la Biblia dice que eres culpable de haber cometido todos los pecados, y por lo tanto, como has pecado contra Dios, su destino es el Infierno. En el libro de Santiago 2:10, la Biblia dice, “porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpable de todos.” Tal vez piense que esto es bastante difícil de aceptar. Tal vez se ha criado con la enseñanza que si uno ha vivido una vida buena, si ha ayudado al prójimo, si ha ido a la iglesia no tiene de qué preocuparse, ya que no aterrizará en el Infierno. La palabra de Dios es clara. Con tan siquiera UN solo pecado estamos condenados al Infierno. El tipo de pecado es insignificante para con Dios. Por lo tanto, necesitas el perdón que Dios ofrece por medio del Señor Jesucristo. El perdón de Dios se le ofrece a todos: al asesino como al mentiroso, al pobre como al rico. Dios trata a todos iguales. Dios ofrece su perdón y vida eterna a todas sus criaturas.
Cuando contestó las preguntas anteriores, ¿se vio de la misma manera que Dios le ve? ¿Tienes el deseo de dejar su camino pecaminoso, de ser perdonado y aceptado por Dios? ¿Deseas la promesa de vida eterna y vivir para siempre en la Gloria? No puedes limpiar sus pecados por sigo mismo. No puedes heredar la Gloria debido a la membresía en su iglesia, ni porque ha sido bautizado. Tampoco puede heredar la Gloria debido a la cantidad de dinero que da a la iglesia, ni porque es miembro del coro, ni porque lee la Biblia, ni porque se memoriza versículos o enseña en la escuela dominical.
Es cierto que Dios ofrece la vida eterna a todos. Pero uno no puede ganársela. Es un don de Dios. En el libro de Romanos 6:23, la Biblia dice, “porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
El 30 de septiembre del 1994 recibí el DON de Dios, y Su perdón fue una realidad para mi. Por primera vez en mi vida supe que mis pecados fueron perdonados, y que cuando muriese, iría a pasar una eternidad con Jesucristo en la Gloria.
Cualquiera que muera antes de sus pecados ser perdonados terminarán en el infierno por toda una eternidad. No habrá otra oportunidad. Cuando este cuerpo muere, nuestro destino está sellado. El DON de Dios no estará disponible para usted. O pagas por sus propios pecados en el Infierno, o aceptas el pago que Dios hizo por sus pecados en la persona de Jesucristo y el derramamiento de Su sangre.
Le pido, por favor, que considere lo que he escrito. Dios no desea que nadie perezca en el Infierno. No es ningún accidente que hayas leído este testamento. Dios desea llamarle la atención de la misma manera que me llamó la atención muchos años atrás. No deje un día pasar sin considerar su condición espiritual y la eternidad que le espera.