Era el mayor de cinco hijos. Mi padre era un jugador de pelota semi-profesional. Cuando niño iba muchas veces con mi padre a los juegos de pelota y me sentaba con él cuando se sentaba con todo el equipo. Crecí amando el juego de pelota. Mi familia era Católica Romana en cuanto a nuestra religión. Era muy activo como monaguillo y en nuestro grupo de jovenes, hasta que mi mundo se derrumbó.
Mi padre murió en un accidente cuando yo tenía tan solo 13 años. Esto fue bastante traumático para mí. Empecé a cuestionar todas mis creencias y valores. Estaba furioso con Dios por la muerte de mi padre. Lo extrañaba muchísimo. También quería deshacerme del tremendo dolor que sentía en mi corazón. No comprendía cómo Dios podía hacerme esto, y por lo tanto, estaba furioso. Quería negar la misma existencia de Dios. Si Dios verdaderamente existía, ¿cómo es que no hizo algo para prevenir la muerte de mi padre?
Nos mudamos para Salina, Kansas después de la muerte de mi padre. Me matricularon en otra escuela. Me hice el mejor amigo de un muchacho llamado Antonio, el cual me invitaba muchas veces a visitar su iglesia. Rehusaba ir por muchos años hasta que al fin, cuando estaba en la escuela superior, opté por ir con él. Fui solamente para complacerlo, pero a la misma vez quería saber la razón por el cual Antonio era tan dedicado a Jesucristo. Estaba interesado y molesto a la misma vez con lo que veía y escuchaba. Había crecido con la enseñanza de que todas las otras iglesia no eran iglesias de Dios, solo la Católica Romana. Tal parecía un sacrilégio el estar en esta iglesia.
Los servicios eran mucho mas activos a los que estaba acostumbrado. Los miembros eran amistosos y el pastor enérgico. El sermón me molestó bastante ya que se predicó que Dios no me aceptaría tal y como era, a pesar de todas mis labores y sacrificios religiosos. Eso era contrario a lo que había escuchado en mí iglesia.
Estaba en un dilema. Aunque quería regresar y escuchar más, estaba temeroso al mismo tiempo. Regresé muchas veces más a la iglesia Bautista. También comencé a leer la Biblia. El deseo de conocer a Dios personalmente estaba creciendo dentro de mi corazón por varias semanas.
El miércoles, 21 de abríl del 1971, tenía una intranquilidad por mi deseo de ser aceptado por Dios. Pasé toda la noche leyendo la Biblia y meditando sobre mi necesidad de tener una relación personal con Jesucristo. Esa misma noche me monté en mi auto y fui a la iglesia Católica con la intención de hablar con el cura respecto a lo que había oido y leido. Eran las once de la noche cuando llegué a la iglesia, pero encontré que todas las luces estaban apagadas. Decidí no levantar al cura sino entrar en la iglesia para orar. Encontré que la iglesia estaba cerrada y por lo tanto regresé a mi auto. Continué meditando respecto a todo lo que había oido respecto a mis pecados, y la necesidad de que Jesucristo perdonara mis pecados. Esa misma noche confesé a Dios mis pecados, al igual que reconocí mi indignidad de ser perdonado. Le pedí a Dios que me perdonara en base a la muerte de Jesucristo por mis pecados. Esa misma noche entregué mi vida al Señor. ¡Esa noche mi vida fue cambiada para siempre! Mis pecados fueron perdonados tal y como lo promete la Biblia. Jesucristo controlará mi vida de ahora en adelante. Un sentido de paz y aceptación permeaba mi alma. No entendía todo, pero sí estaba gozoso. Confiaba que Dios sabía el por qué mi padre había muerto y por lo tanto mi vida ahora le pertenecía a Él. ¡Por fin me deshice de mi ira!
Hasta esa noche, mi vida era guiada y controlada por mis deseos, mis placeres y mis decisiones. Desde el 21 de abríl del 1971, mi vida a sido guiada por mi deseo de complacer a Jesucristo. Ahora mi vida es consumida con vivir para Jesucristo. Ahora mi primera pregunta respecto a lo que debo de hacer es ¿qué es lo que el Señor quiere? No tenía un idea a dónde el Señor iba a dirigir mi vida. Lo primero que la Palabra de Dios cambió en mi vida fueron los hábitos de beber cervezas y de maldecir. Rehusé continuar en esos vicios porque reconocía que esa era la única alternativa que el Señor aceptaría.
Comencé a asistir a una iglesia donde se predicaba la Palabra de Dios. También leía la Biblia con el propósito de aprender más sobre Dios. Estaba preocupado con conocer la voluntad de Dios para con mi vida. Toda mi vida había obedecido motivado por miedo. Ahora obedesco porque amo a mi Señor. Tengo una nueva razón para servirle a Dios.
Reconocí un año después de mi salvación que Dios tenía un propósito para con mi vida. Él quería que fuera un predicador de la Palabra de Dios. Inmediatamente vendí mi ganado y toda mi propiedad para ir a estudiar la Biblia en preparación para servirle a Dios. Poco después una iglesia pequeña me aceptó como su pastor. Ellos me ayudaron a madurar en el ministerio. Fue ahí en Missouri donde conocí una hija de un pastor, y tal parece que Dios hizo el uno para el otro. Nos casamos en 1974. Establecimos muchas iglesia por muchos años. Dios proveyó nuestras necesidades una y otra vez. Dios nos bendijo con 4 hijos. En enero del 1988 me mudé a Emmaus, Pennsylvania cuando la Iglesia Bautista de Lehigh Valley me aceptó como su pastor.
Mi padre murió en un accidente cuando yo tenía tan solo 13 años. Esto fue bastante traumático para mí. Empecé a cuestionar todas mis creencias y valores. Estaba furioso con Dios por la muerte de mi padre. Lo extrañaba muchísimo. También quería deshacerme del tremendo dolor que sentía en mi corazón. No comprendía cómo Dios podía hacerme esto, y por lo tanto, estaba furioso. Quería negar la misma existencia de Dios. Si Dios verdaderamente existía, ¿cómo es que no hizo algo para prevenir la muerte de mi padre?
Nos mudamos para Salina, Kansas después de la muerte de mi padre. Me matricularon en otra escuela. Me hice el mejor amigo de un muchacho llamado Antonio, el cual me invitaba muchas veces a visitar su iglesia. Rehusaba ir por muchos años hasta que al fin, cuando estaba en la escuela superior, opté por ir con él. Fui solamente para complacerlo, pero a la misma vez quería saber la razón por el cual Antonio era tan dedicado a Jesucristo. Estaba interesado y molesto a la misma vez con lo que veía y escuchaba. Había crecido con la enseñanza de que todas las otras iglesia no eran iglesias de Dios, solo la Católica Romana. Tal parecía un sacrilégio el estar en esta iglesia.
Los servicios eran mucho mas activos a los que estaba acostumbrado. Los miembros eran amistosos y el pastor enérgico. El sermón me molestó bastante ya que se predicó que Dios no me aceptaría tal y como era, a pesar de todas mis labores y sacrificios religiosos. Eso era contrario a lo que había escuchado en mí iglesia.
Estaba en un dilema. Aunque quería regresar y escuchar más, estaba temeroso al mismo tiempo. Regresé muchas veces más a la iglesia Bautista. También comencé a leer la Biblia. El deseo de conocer a Dios personalmente estaba creciendo dentro de mi corazón por varias semanas.
El miércoles, 21 de abríl del 1971, tenía una intranquilidad por mi deseo de ser aceptado por Dios. Pasé toda la noche leyendo la Biblia y meditando sobre mi necesidad de tener una relación personal con Jesucristo. Esa misma noche me monté en mi auto y fui a la iglesia Católica con la intención de hablar con el cura respecto a lo que había oido y leido. Eran las once de la noche cuando llegué a la iglesia, pero encontré que todas las luces estaban apagadas. Decidí no levantar al cura sino entrar en la iglesia para orar. Encontré que la iglesia estaba cerrada y por lo tanto regresé a mi auto. Continué meditando respecto a todo lo que había oido respecto a mis pecados, y la necesidad de que Jesucristo perdonara mis pecados. Esa misma noche confesé a Dios mis pecados, al igual que reconocí mi indignidad de ser perdonado. Le pedí a Dios que me perdonara en base a la muerte de Jesucristo por mis pecados. Esa misma noche entregué mi vida al Señor. ¡Esa noche mi vida fue cambiada para siempre! Mis pecados fueron perdonados tal y como lo promete la Biblia. Jesucristo controlará mi vida de ahora en adelante. Un sentido de paz y aceptación permeaba mi alma. No entendía todo, pero sí estaba gozoso. Confiaba que Dios sabía el por qué mi padre había muerto y por lo tanto mi vida ahora le pertenecía a Él. ¡Por fin me deshice de mi ira!
Hasta esa noche, mi vida era guiada y controlada por mis deseos, mis placeres y mis decisiones. Desde el 21 de abríl del 1971, mi vida a sido guiada por mi deseo de complacer a Jesucristo. Ahora mi vida es consumida con vivir para Jesucristo. Ahora mi primera pregunta respecto a lo que debo de hacer es ¿qué es lo que el Señor quiere? No tenía un idea a dónde el Señor iba a dirigir mi vida. Lo primero que la Palabra de Dios cambió en mi vida fueron los hábitos de beber cervezas y de maldecir. Rehusé continuar en esos vicios porque reconocía que esa era la única alternativa que el Señor aceptaría.
Comencé a asistir a una iglesia donde se predicaba la Palabra de Dios. También leía la Biblia con el propósito de aprender más sobre Dios. Estaba preocupado con conocer la voluntad de Dios para con mi vida. Toda mi vida había obedecido motivado por miedo. Ahora obedesco porque amo a mi Señor. Tengo una nueva razón para servirle a Dios.
Reconocí un año después de mi salvación que Dios tenía un propósito para con mi vida. Él quería que fuera un predicador de la Palabra de Dios. Inmediatamente vendí mi ganado y toda mi propiedad para ir a estudiar la Biblia en preparación para servirle a Dios. Poco después una iglesia pequeña me aceptó como su pastor. Ellos me ayudaron a madurar en el ministerio. Fue ahí en Missouri donde conocí una hija de un pastor, y tal parece que Dios hizo el uno para el otro. Nos casamos en 1974. Establecimos muchas iglesia por muchos años. Dios proveyó nuestras necesidades una y otra vez. Dios nos bendijo con 4 hijos. En enero del 1988 me mudé a Emmaus, Pennsylvania cuando la Iglesia Bautista de Lehigh Valley me aceptó como su pastor.